lunes, 19 de septiembre de 2011

Cuento de princesas.

Hace mucho, mucho tiempo... ¡No! Ahora mismo existe un país muy, muy lejano... tampoco, el país está tan cerca que lo pisamos, en el que vivían un rey y una reina y se querían tanto que tuvieron reyecitos ¡No! los reyes no tienen reyecitos, tienen príncipes y princesas ¡Qué bien! dos palabras para diferenciar el sexo ¡No! No tan bien, la diferenciación no es por discriminación positiva, es simple discriminación, así, sin apellidos, porque los príncipes, con el tiempo y si las cosas les salen bien, cuando son mayores se convierten en reyes como su papá pero las princesas sufren una extraña mutación y sólo llegarán a infantas ¿Por qué? Porque así lo dispone la sacrosanta Constitución. La primera y mayor desigualdad, injusticia, discriminación, atropello... que sufre este país se mantiene legislatura tras legislatura porque, nos cuentan, modificar la Constitución es muy complicado. Tanto... como que lo han hecho por arte de birli birloque en dos meses de verano. Eso sí, sólo para ciertos temas de extremado interés nacional ¿Cómo es posible que a día de hoy todavía se mantengan estas leyes machista-medievales sin que nadie, absolutamente nadie proponga su derogación? No sé dónde se pone quién escribe, así que os lo digo: Teresa.

1 comentario:

  1. Lo raro es que aun y en los tiempos que corren haya,reyes reinas principes y princesas,por mi se pueden convertir todos en sapos

    ResponderEliminar